Una nueva noche obscura

La noche obscura es un viaje , una alegoría mitológica utilizada para describir circunstancias, episodios o síntomas psicosomáticos que representan una pausa, un cambio , una perdida o una tristeza inusual al experimentar nuestra existencia.

REFLEXIONREVELACIÓN

Angel Cosio

6/17/20253 min read

De paso por una nueva noche oscura del alma

La noche oscura es un viaje, una alegoría mitológica utilizada para describir circunstancias, episodios o síntomas psicosomáticos que representan una pausa, un cambio, una pérdida o una tristeza inusual al experimentar nuestra existencia.

Thomas Moore es un autor excepcional que explica con lujo de detalle las situaciones y travesías propias de este fenómeno vital. En estos días de incertidumbre mundial, con cambios diarios a una velocidad inimaginable y un ciclo constante de construcción y destrucción en las narrativas de los medios de comunicación, no resulta extraño que la humanidad sienta que algo no encaja, que hay algo —por alguna razón misteriosa— que falta, algo inquietantemente ausente.

La noche oscura representa también un descanso. Es la oportunidad de conectar con tu propia realidad y tus verdaderos alcances: una realización existencial donde los caparazones de la personalidad —creados por un entorno combativo y falto de reposo— se resquebrajan, dejando al ser vulnerable, auténtico, en un estado prenatal, en una nueva preparación para el desarrollo, el crecimiento, para una narrativa mitológica-tecnológica que se crea a pasos agigantados.

La noche oscura se piensa y se siente a la vez. Dentro de la propia existencia se libra la lucha de dos fuerzas que desean surgir por separado a devorar el nuevo mundo. Pero algo lo impide: una conciencia universal que vela por la misma existencia humana. Es esa sensación de lucha y huida de un cuerpo que ha recibido heridas, golpes y cicatrices por la batalla diaria de la supervivencia. Un cuerpo que, aun así, desea con desesperación “cumplir con su deber”, con su “tarea de vida” a las 4:30 de la mañana, cargando con un cuerpo traumatizado que aún no comprende que aquel mundo ya no existe. Y que tarda en adquirir esa conciencia, la paciencia y la confianza de saber que se encuentra de nuevo en un “vientre materno”, material, limitado por una habitación, una pluma, un cuaderno y una vela, donde la única tarea es reflexionar, recapacitar, leer y escribir el surgimiento de un nuevo ser esencial, lleno de verdad.

La motivación por dejar esa habitación llena de soledad y tiempo en silencio es intensa y urgente. Deseas con todas tus fuerzas salir de esa sensación particular: de la pena, del luto, de la vergüenza y de las ideas que emergen y se evocan en esta etapa del proceso de crecimiento. Pero no será posible, por más sano y libre que creas estar.

El universo —una conciencia mayor, un poder superior a cualquier individualidad— te ha guiado hasta aquí durante eternidades. Y no es posible luchar contra esta oportunidad de crecimiento y maduración.

Heráclito, Dostoievski, Epicteto, Oscar Wilde, Sor Juana Inés de la Cruz, entre muchos otros pensadores, nos han dejado sus memorias como referencia para comprender esta etapa tan singular de desolación y vacío. Y puedo afirmar, por experiencia propia, que todos coinciden: se trata de descubrirte a ti mismo. A nadie más.

En esta nueva noche oscura se gesta y se reflexiona sobre las posibilidades de lo nuevo y la ruptura necesaria de las viejas armaduras y ataduras: oxidadas, sobre utilizadas, obsoletas ante el cambio que, inevitablemente, ya está ocurriendo. Es en esta noche oscura donde se le permite a un cuerpo golpeado y marcado descansar y cicatrizar las heridas de una existencia que clama por cerrar ciclos vitales, rutinas, “razones de ser” y “deberes de ser” que ya no aplican en esta nueva realidad terrenal y que detienen el desarrollo esencial del alma.

No escapes. No es necesario. Ya no hay nadie acechándote. Solo queda la ilusión de lo que fue. Y lo que fue, fue sobrevivencia: lucha pura y cruda en una narrativa de competencia sin tregua. Queda una mente que aprendió a vivir en la ansiedad, en la depresión, con niveles de estrés inhumanos al borde de la destrucción, confundiendo algunos destellos de euforia con alegría o felicidad.

En esta nueva noche oscura, dentro del calabozo de gestación, en esta celda de reflexión y meditación, te digo: algo grande y bello se asoma. Llega con la alegría de un niño fuerte e inteligente, noble y verdadero, que desciende desde lo más alto para continuar su trabajo en esta escuela llamada existencia. Para seguir obrando en esta bella y grandiosa experiencia humana.

Angel Cosio

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