Recuerdos de CREATIVIDAD

De niño no temia crear, escribía poemas y formaba esculturas con plastilina. Mi abuelo Paco me enseñó a usar herramientas, construía casas de madera donde pasaba muchas horas y jugaba con mis hermanos, un día fabricamos un barco. ¡Un barco! No había pena, ni miedo, sólo hacíamos las cosas.

REFLEXIONREVELACIÓN

Angel Cosio

2/14/20252 min read

De niño no temia crear, escribía poemas y formaba esculturas con plastilina. Mi abuelo Paco me enseñó a usar herramientas, construía casas de madera donde pasaba muchas horas y jugaba con mis hermanos, un día fabricamos un barco. ¡Un barco! No había pena, ni miedo, sólo hacíamos las cosas. Las clases en la escuela primaria me enfadaban, pues se trataba de repetir como loro lo que te enseñaban, así que lo hacía rápido y me quedaba mucho tiempo, tiempo que no te dejaban hacer nada, solo estar sentado en tu mesa banco, esperando que los demás compañeros terminaran. Era abrumador para mí, así que me inventé mi propio mundo, me ponía a dibujar comics en mis cuadernos, eso me relajaba, después escribía historias.

Varias veces sólo pensaba, me iba con mi imaginación y observaba por la ventana.

La creatividad era espontánea, sin falla real y sincera, no me importaba lo que la gente dijera o juzgara, cuando lo hacían, sólo los veía a los ojos y pensaba ¿Eso quién te lo preguntó?... Y cuando era así, recuerdo que todos los que se enteraban de lo que hacía cooperaban y compartían sus observaciones.

Tengo una experiencia dentro de mi historia de la niñez, algo esencial: Viví en una colonia llamada Castillo, aquí en Tijuana, México. Estaba rodeada por dos panteones, en los días importantes del año, en las fechas en que la gente lleva flores a las tumbas de sus seres queridos. Observé que los niños más grandes cargaban contenedores de galones con agua, los seguí, me di cuenta que la usaban para lavar las tumbas y se me vino una idea; si tomaba un tubo redondo largo y metíamos los galones en el tubo, podríamos llevar más agua a los clientes, así lo hice.

Invité a mis hermanos a mi campaña y éramos la empresa lavadora de tumbas más grande del vecindario, con trapos, esponjas y jabón que pedíamos en donación a los vecinos y a nuestra madre.

No descansamos y no lo necesitábamos, éramos seis en el equipo y cada par atendía a un cliente, cuando se nos terminaba el agua a la mitad de la capacidad, uno de los del equipo corría a la llave del agua del panteón para llenar los contenedores de galón vacíos.

Terminábamos tarde, nos gustaba que nos hablarán las clientas para lavar sus santitos y las tumbas de sus antepasados. Al terminar la tarde, entregamos el dinero a nuestra madre y éramos felices. Ella lo era y nos lo demostraba, ese día mi madre preparaba comida para todos, nos servía nuestro refresco favorito y comíamos todos juntos.

Cada año el día de muertos, 2 de Noviembre, fecha muy tradicional e importante para México sobre todo para todas las microempresas de lava- tumbas que existían en mi vecindario y más para mí.

Por supuesto que también lavábamos tumbas el día de las Madres, del Padre, y hasta el día de Juan Soldado, un santo que se encontraba en uno de los panteones que rodeaban el vecindario, en donde la gente acudía a pedirle milagros, hasta conseguirles la visa para cruzar a Estados Unidos.

Fragmento del Libro "Regalos desde lo alto" de Angel Cosio

No hay mejor momento que este momento

www.angelcosiomomentos.com

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