La necesidad de ser necesitado

Iba por la vida y me apuntaba en todo, me convertí en ayudante profesional, tenía la necesidad de ser ocupado, ser tomado en cuenta, vivir a través y por los demás me daba un margen de identidad, una personalidad de “Salvador”.

HISTORIAREFLEXION

Angel Coaio

11/26/20242 min read

La necesidad de ser necesitado

Iba por la vida y me apuntaba en todo, me convertí en ayudante profesional, tenía la necesidad de ser ocupado, ser tomado en cuenta, vivir a través y por los demás me daba un margen de identidad, una personalidad de “Salvador”. Partía en búsqueda de lo que no funcionaba para arreglarlo, cosas, circunstancias, trabajos o relaciones. Andaba por la vida con la idea obsesiva de que era muy necesario para el mundo, que sin mí no podía mucha gente seguir adelante, con la creencia de tener las respuestas a todo problema y la pasaba dando consejos que nadie me pedía.

Escribí en tres blogs durante el tiempo en que comenzaron a salir por internet. Necesitaba alguna novedad para mis pocos lectores que tenía y a mí me gustaba quedar ¡Bien! ¡Claro! ¡Y si era gratis mejor! Mi desvalorización no me permitía tasar mi trabajo, de hecho no le daba ningún valor monetario a lo que escribía, me engañaba y pensaba que algún día sería famoso por mi espíritu altruista. Entonces se me ocurrió ¡Una idea! ¡Si! La llamaré “Mi consejo de a peso” ¿Por qué de a peso?

  • Primero: Nadie me lo pedía. (Pero sabía que lo necesitaban).

  • Segundo: No eran míos. (Por lo regular eran citas de personajes famosos).

  • Tercero: Era lo más que pagaría por uno. (Por lo regular eran gratis).


Así era ¿Por qué iba por la vida y trataba de arreglar la vida de los demás? Peor aún ¿Me metía en sus vidas y daba consejos que nadie me pedía?

Ese grito interno, de ¡Vean! ¡Aquí estoy! ¡Por favor! No me ignores, ve lo bueno que soy, me dio un sinfín de frustraciones, malos entendidos, chismes, problemas de relaciones importantes y abandonos al por mayor. La verdad llegué a notar que nadie me quería escuchar, era suficiente abrir la boca para que salieran palabras de “yo te digo como le hagas, sé que estás mal” faltaba y rompía los límites naturales a mis más queridos allegados.

Al mismo tiempo, me colocaba en situaciones peligrosas, incómodas y costosas para mí y los que me rodeaban, arriesgaba la salud y el bienestar propio y de mis allegados por una simple razón, recibir limosnas de aprecio y afecto.

Fragmento del Libro "No hay mejor Momento que este momento de Angel Cosio.


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