Adicción a la verdad

La verdad ha sido, desde tiempos inmemoriales, un pilar en el que se sostiene la humanidad.

DIVULGACIÓNREFLEXION

Dr. Pedro Uriarte

1/18/20254 min read

La adicción a la verdad: un ensayo sobre la esencia, la incertidumbre y la fenomenología de la creación

La verdad ha sido, desde tiempos inmemoriales, un pilar en el que se sostiene la humanidad. Frases como “La verdad os hará libres” no solo moldean nuestra percepción del mundo, sino que también condicionan nuestra forma de relacionarnos con él. Cultural y generacionalmente, hemos sido criados para buscar la verdad como un ideal absoluto, un norte que guía nuestras acciones y nuestras creencias. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando ese ideal se convierte en una limitación? ¿Qué pasa cuando la verdad que perseguimos deja de liberarnos y comienza a encerrarnos en un círculo de certidumbre que nos impide explorar, crear y trascender?

La paradoja de la verdad radica en que, aunque se presenta como un camino hacia la libertad, en realidad nos ata a ideologías rígidas. La verdad, tal como solemos concebirla, no es más que una construcción. Es un reflejo de nuestras experiencias, de nuestros contextos culturales y de nuestras expectativas. Es subjetiva y limitada por nuestra capacidad de comprensión. A menudo, aquello que llamamos “verdad” no es más que una certeza temporal, una idea que, en lugar de expandirnos, nos restringe.

La incertidumbre, en cambio, nos invita a un territorio distinto, un espacio donde las posibilidades son infinitas. Al abrazar la incertidumbre, renunciamos a la necesidad de tener todas las respuestas y nos abrimos al flujo natural de la creación. La incertidumbre no es el vacío que tememos, sino el terreno fértil desde el cual germinan los contextos. Y es en los contextos donde realmente se genera contenido; contenido que, a su vez, se traduce en resultados. Estos resultados no son un fin en sí mismos, sino el inicio de un proceso continuo de descubrimiento y creación.

El problema de la verdad: Ideologías y límites

La búsqueda de la verdad suele estar cargada de ideologías, y estas ideologías tienden a generar sistemas cerrados. La verdad, cuando es absolutista, se convierte en un dogma que dictamina cómo debemos pensar, sentir y actuar. Nos limita porque nos obliga a encajar en marcos predefinidos y nos aleja de nuestra esencia. No es que la verdad sea intrínsecamente mala, sino que el propósito para el cual la utilizamos determina si es una herramienta liberadora o una cadena que nos ata.

El problema radica en que buscamos la verdad sin cuestionar el “para qué” de esa búsqueda. ¿Qué hacemos con la verdad cuando creemos poseerla? Muchas veces, la utilizamos para validar nuestras creencias o para justificar nuestras acciones, pero rara vez nos detenemos a reflexionar sobre cómo esa verdad podría expandir nuestra capacidad de creación, resolución y conexión con los demás.

La incertidumbre, por otro lado, nos libera de estas ataduras. Al aceptar que no sabemos, que no tenemos todas las respuestas, creamos un espacio para la exploración y el descubrimiento. Nos abrimos a la posibilidad de reinterpretar nuestro lugar en el universo y de conectar con algo más profundo que nuestras ideologías: nuestra esencia.

Reconocer la esencia: Más allá de la identidad

La esencia no es una pregunta de identidad (”¿Quién soy?”), sino una exploración de nuestra naturaleza fundamental (”¿Qué soy?”). En su núcleo, somos energía, una creación divina o universal que trasciende las categorías convencionales de identidad. Esta energía tiene un propósito, un sentido, que no siempre reconocemos porque estamos demasiado ocupados persiguiendo verdades externas o apropiándonos de aquello que no nos pertenece.

Muchas veces confundimos lo que no es nuestro con lo que sí lo es. Nos aferramos a ideas, creencias y expectativas que la sociedad nos ha impuesto, mientras ignoramos aquello que realmente surge de nuestra esencia. Reconocer esta esencia implica separar lo externo de lo interno, lo impuesto de lo auténtico. Es un acto de conexión con el alma, porque es el alma la que da identidad al espíritu, y el espíritu, al encontrar su sentido y propósito, nos permite crear.

Creación desde la incertidumbre: Una fenomenología de resultados

Cuando conectamos con nuestra esencia y abrazamos la incertidumbre, entramos en un estado fenomenológico. Este estado no se basa en certezas ni en verdades absolutas, sino en la experiencia directa y en la creación constante. La incertidumbre, lejos de ser un obstáculo, se convierte en el motor de nuestra capacidad para generar contextos significativos.

Los contextos, al ser creados, nos proporcionan contenido, y este contenido genera resultados. Pero lo más interesante de este proceso es que los resultados nunca son un punto final; son el inicio de nuevas posibilidades, de nuevas incertidumbres que, a su vez, generan más creación. Es un ciclo infinito de expansión y transformación.

El acto de crear no solo nos conecta con nuestra esencia, sino que también nos permite resolver problemas, compartir nuestras experiencias y dar a los demás. Este ciclo de creación y resolución, de compartir y dar, es lo que nos permite trascender nuestras limitaciones y encontrar un propósito más profundo en nuestras vidas.

La verdad como herramienta, no como destino

La verdad, cuando es utilizada con un propósito consciente, puede ser una herramienta poderosa. No se trata de renunciar completamente a la verdad, sino de cambiar nuestra relación con ella. En lugar de verla como un destino final, debemos comprenderla como un medio para algo mayor: la creación, la conexión y la expansión.

Cuando dejamos de aferrarnos a la verdad como un ideal absoluto y comenzamos a explorar la incertidumbre, descubrimos que la verdadera libertad no radica en tener todas las respuestas, sino en la capacidad de crear nuevas preguntas. La incertidumbre nos permite innovar, experimentar y transformar nuestras vidas de maneras que la búsqueda rígida de la verdad nunca podría.

Conclusión: La fenomenología del ser

La humanidad no necesita más verdades absolutas; necesita más conexión con la esencia, más creación desde la incertidumbre y más capacidad para compartir y dar. Al reconocer que somos más que nuestras ideologías, que somos energía con un propósito divino, podemos trascender nuestras limitaciones y entrar en un estado fenomenológico de creación continua.

La verdad nos puede dar un sentido temporal, pero es la incertidumbre la que nos revela nuestra verdadera capacidad de ser, crear y trascender. Al conectar con nuestra esencia, descubrimos que no necesitamos certezas para vivir plenamente; necesitamos sentido, propósito y la valentía de explorar lo desconocido. Es en ese momento, cuando abrazamos lo inexplicable, que nos convertimos en seres fenomenológicos, libres para crear y compartir en un universo infinito de posibilidades

Dr. Pedro Uriarte , Especialista en Adicciones y crisis.

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